
El flamenco es un estilo musical originario de Andalucía que se ha cultivado principalmente en áreas como Cádiz, Sevilla, y sus pueblos circundantes como Lebrija y Utrera, así como en Huelva, Granada y Córdoba, y en ciertas zonas de la Región de Murcia, Castilla-La Mancha y Extremadura. Se caracteriza por su cante, toque y baile, y posee tradiciones y reglas únicas. Entre las diversas hipótesis acerca de su origen, la más aceptada sugiere que el flamenco proviene de una fusión que abarca desde los romances castellanos cantados hasta la música morisca y sefardí. Este mestizaje cultural, que incluye a nativos andaluces, musulmanes y castellanos, así como a la influencia africana en los instrumentos que más tarde evolucionarían a la guitarra española, fue característico de Andalucía en aquel entonces.
A pesar de que las primeras menciones documentadas de la ópera flamenca aparecen en 1926, el investigador Antonio Conde González-Carrascosa encontró un artículo de 1902 que ya hacía referencia al cante, baile y ópera flamenca. El estilo flamenco se desarrolló a lo largo del siglo XIX, basándose en la música y danza tradicionales de Andalucía, con raíces antiguas y variadas.
El flamenco y el folclore andaluz representan dos manifestaciones musicales distintas, aunque comparten algunas raíces culturales. Además, el folclore andaluz incluye una gama más amplia de expresiones culturales que no se limitan únicamente a la música. Los cafés cantantes eran establecimientos nocturnos donde los asistentes podían tomar bebidas mientras disfrutaban de actuaciones musicales. A menudo, estos lugares eran escenario de excesos de todo tipo, lo que hacía que la mayoría de la población les diera la espalda.
Entre 1920 y 1955, los espectáculos flamencos se celebraron en plazas de toros y teatros, conocidos como «Ópera flamenca». Este término se usó como estrategia económica por los promotores, ya que la ópera estaba sujeta a un impuesto del 3 %, en contraste con el 10 % de los espectáculos de variedades. Durante este periodo, el flamenco se popularizó en toda España y en las principales ciudades del mundo.
El fandango, el cante y baile predominante en el siglo XVII en España, evolucionó dando lugar a variantes locales y regionales, especialmente en la provincia de Huelva, donde surgieron más de cuarenta estilos distintos. En 1954, Hispavox lanzó la primera Antología del Cante Flamenco, una grabación sonora que marcó un hito en una era dominada por el cante orquestado y por ende, idealizado. Además, en 1963, el poeta cordobés Ricardo Molina y el cantaor sevillano Antonio Mairena publicaron conjuntamente Mundo y Formas del Cante Flamenco, que se convirtió en un texto de consulta esencial.










Desde mediados de los años 60 y durante la transición, surgieron cantaores que expresaban su oposición al régimen a través de letras reivindicativas. Entre ellos se destacan José Menese y el letrista Francisco Moreno Galván, Enrique Morente, Manuel Gerena, El Lebrijano, El Cabrero, Lole y Manuel, el Piki y Luis Marín, entre otros.
La cantante Rocío Jurado llevó el flamenco a un ámbito internacional a comienzos de los años 70, reemplazando la tradicional bata de cola por elegantes vestidos de noche. Durante la década de 1970, España experimentaba una atmósfera de cambio social y político, y su sociedad ya se encontraba marcada por una variedad de estilos musicales procedentes de Europa y Estados Unidos. Paralelamente, había numerosos cantaores influenciados por figuras como Antonio Mairena, Pepe Marchena y Manolo Caracol.



La fusión de estos elementos culminó en un periodo innovador conocido como Fusión Flamenca. En la década de 1980, emergió una nueva ola de artistas flamencos, ya bajo la influencia de Camarón, Paco de Lucía, Morente, entre otros. Estos nuevos talentos mostraban un interés creciente por la música popular urbana, que en esos momentos revitalizaba el escenario musical español, coincidiendo con la era de la Movida madrileña. Entre estos, sobresale Pata Negra, que fusionó el flamenco con el blues y el rock; Ketama, así como La Barbería del Sur con su inspiración pop y cubana, y Ray Heredia, quien creó un universo musical único con el flamenco en su núcleo.





Hacia el final de esa década y a lo largo de la siguiente, la discográfica Nuevos Medios promocionó a numerosos artistas bajo la etiqueta de Nuevo Flamenco, utilizando el término «flamenco» con objetivos puramente comerciales. Esta categoría ha incluido a músicos muy diversos, desde intérpretes de flamenco orquestado hasta artistas de rock, pop o música cubana. Ejemplos notables son Rosario Flores, hija de Lola Flores, y la aclamada cantante Malú, sobrina de Paco de Lucía e hija de Pepe de Lucía, quien, aunque ha mostrado afinidad por el flamenco y lo ha incluido en su repertorio, ha seguido desarrollando su estilo único y se ha consolidado en la industria musical por mérito propio.
La segunda mitad de los noventa vio un resurgimiento de la música de big bands, tendencia iniciada en la década anterior por artistas como el bajista Saheb Sarbib y el cornetista Butch Morris. No obstante, la circunstancia de que muchos intérpretes de esta nueva ola sean también reconocidos cantantes de flamenco, como José Mercé y El Cigala, ha llevado a que se clasifique como flamenco toda su música, aunque difiera significativamente del flamenco tradicional.



El flamenco español, con todo su encanto, ha cautivado a muchos amantes de la música folclórica que lo experimentan con gran sentimiento. Son numerosos los aficionados que valoran este genero musical y no hay nada comparable a disfrutarlo con sus álbumes favoritos en vinilo.
Entre los álbumes de flamenco más destacados de las últimas décadas, hay una amplia selección que abarca a varios artistas de renombre que han definido la dirección de este género.













