Un amplificador de audio, también conocido como amplificador de sonido, es un aparato electrónico diseñado para aumentar el nivel de una señal de audio.
Su propósito es elevar la amplitud de la señal mediante el uso de corrientes de polarización, que incluyen voltajes negativos y positivos, en el transistor de salida.
El amplificador incrementa las señales electrónicas de audio de baja potencia hasta un nivel suficiente para activar altavoces o auriculares. Estas señales de entrada pueden originarse en una variedad de dispositivos, como tocadiscos, reproductores de CD, y fuentes de audio digital o casete. La mayoría de los amplificadores de audio necesitan estas señales de entrada de bajo nivel, conocidas como señales de nivel de línea.
El amplificador de audio se inventó aproximadamente en 1912 por Lee de Forest, quien presentó el primer componente eléctrico amplificador práctico, el tríodo de válvula termoiónica, en 1907.
El tríodo, un aparato de tres terminales con una rejilla de control que regula el flujo de electrones del filamento a la placa, fue esencial para el desarrollo de la primera radio AM. En 1947, el Amplificador Williamson mostró una calidad de audio excepcional utilizando tubos de vacío.

Hacia el final de la década de 1960, los amplificadores de audio con transistores se hicieron prácticos debido a la amplia disponibilidad de transistores asequibles. Desde la década de 1970, la mayoría de los amplificadores modernos utilizan transistores de estado sólido, como el transistor de unión bipolar (BJT) y el transistor de efecto de campo metal-óxido-semiconductor (MOSFET), que son más ligeros, confiables y requieren menos mantenimiento que los amplificadores de válvulas.
Esta técnica no logró un gran éxito comercial, probablemente debido al elevado costo del equipo de reproducción, especialmente de las agujas de diamante tallado tipo Shibata, que eran necesarias para la reproducción cuadrafónica. Aunque el vinilo se mantuvo como el medio predominante para la reproducción musical hasta la década de 1970, su importancia empezó a disminuir con la llegada de la casete. Para finales de los años 1980, el vinilo fue progresivamente reemplazado por el disco compacto (CD audio).
El MOSFET, creado por Mohamed Atalla y Dawon Kahng en los Laboratorios Bell en 1959, fue adaptado para uso en audio por Jun-ichi Nishizawa en la Universidad de Tohoku en 1974. Fabricantes como Yamaha, JVC, Pioneer, Sony y Toshiba empezaron a producir amplificadores con MOSFET de potencia ese mismo año. Hitachi introdujo el LDMOS (MOS Lateral Difundido) en 1977, que se usó en amplificadores de audio hasta 1983. Durante los años 80, los amplificadores de clase D se hicieron populares gracias a la disponibilidad de MOSFETs de conmutación rápida y económica.





A pesar de las innovaciones, en la década de 2020 todavía existen entusiastas del audio, músicos, ingenieros de sonido y productores que prefieren los amplificadores de válvulas por su sonido «cálido». Esto es particularmente apreciado por aquellos que tocan instrumentos como la guitarra eléctrica, el bajo eléctrico, el órgano Hammond y el piano eléctrico Fender Rhodes.
La mayoría de los amplificadores de audio son lineales y operan en clase AB. Sin embargo, el amplificador de clase D, siendo más eficiente que los de clase AB, se emplea extensamente en productos de audio para consumidores, amplificadores de bajo y sistemas de sonido profesional debido a que son más ligeros y generan menos calor. La potencia máxima del amplificador se especifica según una impedancia dada, que generalmente es de 8 Ω. Por ejemplo, sería 175 W a 8 Ω. Algunos fabricantes, en lugar de especificar la potencia nominal, indican la potencia de pico para exagerar la capacidad del amplificador, dado que la potencia de pico siempre supera a la nominal.
Es crucial considerar que la potencia de pico de un amplificador es el doble de su valor nominal. Al evaluar si un amplificador tiene la potencia real anunciada, un factor clave es su peso. Para entregar ciertas potencias, las etapas del amplificador necesitan una cantidad adecuada de vatios de entrada para generar los vatios RMS de salida. Esto depende del transformador de corriente incluido, cuyo tamaño es considerable para ciertos valores. Además, se deben considerar los disipadores de calor necesarios, que generalmente son de aluminio y contribuyen significativamente al peso total, afectando así también al precio final del amplificador.
La relación entre la potencia de salida y la potencia de entrada de una señal se expresa siempre como una relación logarítmica, cuya unidad es el decibelio (dB), equivalente a diez veces el logaritmo decimal del cociente entre las potencias. Entre las distintas tipologías de etapas de potencia se incluyen: Clase A, Clase B, Clase AB, Clase C, Clase D, Clase G, BJT y MOSFET. Abordaremos esto en otro artículo, así como los amplificadores de válvulas para aquellos interesados en aspectos técnicos más detallados como la Impedancia, el Factor de amortiguamiento, la Potencia de salida, la Relación señal-ruido, el Acoplamiento, la Respuesta en frecuencia, la Respuesta de fase, la Ganancia, la Sensibilidad, la Distorsión, la Diafonía, entre otros.




Es crucial elegir un amplificador con la potencia necesaria para impulsar los altavoces o subwoofers, asegurando así un sonido claro y nítido. La calidad de estos componentes debe estar en consonancia con el resto del equipo, tema que abordaremos en un artículo futuro. Un amplificador contribuye a una calidad sonora superior, minimizando la distorsión y el ruido. Al amplificar señales débiles, asegura la reproducción precisa de todas las frecuencias del audio original. Además, los amplificadores tienen la capacidad de generar un sonido robusto y dinámico a volúmenes que serían inalcanzables sin su uso.


